De verdad,
cielo,
deja de
meterme la mano en el pecho,
que el
corazón hace mucho
que no lo
guardo ahí.
Lleva tiempo
perdido,
divagando en
sus quehaceres
y esas
cosillas
de las que
dice que solo él puede hablar.
Quiero decir,
que no me
pidas que te diga que te quiero,
porque estoy
fuera de compás
y ya sé que
esas cosas te molestan.
Tengo las
uñas reventadas
de andar
rascándole a tu puerta,
cual gata en
celo,
para que te
aprietes entre mis piernas.
Y no está la cosa
para fiestas,
así que
déjame acurrucarme
en ese hueco
de tu clavícula
y hablemos de
otras cosas
que no duelan.
Porque este
viaje atemporal,
a través de
mi
y mis
carencias
me tiene
agotada.
Y solo quiero
arrugarme
y desaparecer
entre tus
sabanas.
Y no es que
te quiera,
es que se ha
puesto una noche preciosa
para hacer
poesía