martes, 24 de abril de 2018

Cuirassé

De verdad, cielo,
deja de meterme la mano en el pecho,
que el corazón hace mucho
que no lo guardo ahí.

Lleva tiempo perdido,
divagando en sus quehaceres
y esas cosillas
de las que dice que solo él puede hablar.

Quiero decir,
que no me pidas que te diga que te quiero,
porque estoy fuera de compás
y ya sé que esas cosas te molestan.

Tengo las uñas reventadas
de andar rascándole a tu puerta,
cual gata en celo,
para que te aprietes entre mis piernas.

Y no está la cosa para fiestas,
así que déjame acurrucarme
en ese hueco de tu clavícula
y hablemos de otras cosas
                                                                                             que no duelan.

Porque este viaje atemporal,
a través de mi
y mis carencias
me tiene agotada.

Y solo quiero
arrugarme
y desaparecer
entre tus sabanas.

Y no es que te quiera,
es que se ha puesto una noche preciosa
para hacer poesía
y tentar a la muerte.









martes, 17 de abril de 2018

La madriguera del conejo


Tus ojos son la maldita madriguera del conejo blanco, custodiados por un lunar perfectamente redondo que pretende robar toda mi atención. Pero hay un magnetismo extraño en tus pupilas parecido a la sensación de estar asomada a un balcón, de un décimo piso, y sentir como la inercia despega lentamente mis pies del suelo y algo tira de mi pecho hacia delante, como empujándome a volar incluso cuando se me olvidan las alas.

Es esa inercia, quizás, la que parece llevarme sin remedio hacia el peligro de tus ojos. Que ni tu estúpida verborrea, ni tus múltiples intentos de atravesarme el pecho con las manos, tienen sentido. Yo intento averiguar, sin éxito, cuantos colores forman esa aurora boreal que hay en tu cara. Y me importa más bien poco todo lo que puedas contarme, deja de intentar sorprenderme con tus hazañas de tipo duro. No me interrumpas. Que estoy, al fin, comprendiendo los principios básicos de la física quántica en tus ojos. Porque me da igual si hay vida o muerte ahí adentro, sea como sea, voy a quedarme a morir aquí.

Ha dejado de importarme mi postura corporal,
y la medida de mis palabras,
y mi aspecto.

No pretendo gustarte, ni que te desvivas por mí. Ya no quiero que me cantes, ni que me escribas poemas. Estoy planeando la forma más cruel de destrozarte la vida, porque cariño, deben estar preciosos esos ojos inundados en lágrimas.

Joder, que espectáculo.

Hay miradas que desanudan el alma y si, de una puta vez, te callas y dejas de intentar apenarme con tus traumas y convencerme de que eres perfecto para mí, puede que me vaporice aquí mismo.

jueves, 12 de abril de 2018

Taquicardia III




Del anhelo más humano nacemos.

Ten un hijo,
planta un árbol,
escribe un libro.

Tal vez sea menos anhelo,
más condicionamiento.
Me da pánico el arrepentimiento.
Y sólo pienso en
plantarme,
crecerme,
tenerme,
escribirme.

Narcisismo moderno,
egocentrismo creciente,
instinto menguante.

No lo sé.

Pero me planto,
me planto frente a este mundo,
y esta vida,
de pactos y condiciones,
de lecciones de la mano de la experiencia de los vencedores.

La experiencia,
la naturaleza de lo que soy sumada al curso de los acontecimientos.
Tal vez escritos previamente.

Yo soy del bando de los vencidos,
del que surgen las revoluciones,
y las luchas de clase,
y el arte callejero,
y las injusticias,
y el miedo,
y el deseo de libertad,
y la frustración

de no saber cómo,
cómo coño,
no morir en el intento.

jueves, 5 de abril de 2018

Taquicardia II

Estoy tumbada, 
boca arriba, 
en el suelo,
aletargada. 
Si he muerto, 
no puedo recordarlo.

Alegaré defensa propia
en este crimen
contra mi integridad,
si es que a alguien,
se le ocurre preguntar.

Porque a todos les importa una mierda
como de viva me siento
mientras enseñe mis braguitas nuevas
por instagram. 
Y no es que lo juzgue,
es que lo entiendo. 

Veintiséis,
me parecen demasiados,
para empezar a vivir.

Debería habérmelo pensado antes, 
pero estaba demasiado ocupada,
leyéndole Neruda
a toda esta frustración
por si encontraba la forma
de hacer conmigo
aquello de la primavera.

Me hubiera gustado poder culparte de todo esto, 
pero lo cierto, 
es que no tienes nada que ver 
con este vértigo. 

Soy un puto precipicio,
Y me dan pánico las alturas,
cómo coño iba a gestionarlo. 
Y es que me parecen demasiado pocos, 
Veintiséis,
para entenderlo.

Pierdo el tiempo,
con tanta constancia, 
que se paran los relojes. 
Y la descoordinación
de mi respiración
y mis latidos
es tan férrea,
que ha dejado de importarme.

Así que voy a seguir tumbada,
boca arriba,
en el suelo, 
pensando en que podría escribir los versos más tristes esta noche
y esperando
a que florezcan los cerezos. 








miércoles, 21 de marzo de 2018

Taquicardia I

Eres lanzarse al vacío con los ojos abiertos,
y estar cayendo
y ver la muerte,
Y que te dé igual.
Eres una puerta al jardín de las delicias
O el monstruo fruto del sueño de la razón
Y la excusa perfecta para perderla.

Eres el taburete que sostiene al suicida minutos antes del desenlace,
Y la puta inercia.

Eres la primera grieta antes del derrumbe,
y la última lágrima al final de un duelo.
Eres un jodido furgón blindado
Y la bala que atravesó el corazón de Bonnie Parker.

Eres, algunas veces, lo que más me gusta de mí
Y otras el resumen de todos mis complejos.
Soy incapaz de describirte
Y tú te pareces a esta taquicardia.

Eres como una frase lapidaria
De esas que nunca se me ocurren
Para terminar los poemas.


miércoles, 14 de marzo de 2018

Este invento que ahora soy


Voy a mirarte desde otro punto,
Con los ojos un poco más abiertos,
Y el corazón un poco menos en llamas.
Con el cuerpo menos roto
Y los pies más en el suelo.
Me apetece mirarte desde este invento que ahora soy,
Para ver si aun así sientes lo mismo.
Que si no necesito que me salves igual no sabes que hacer,
Y eso me acojona.
Y no sé muy bien cómo empezar a contarte que ya no vivo en la torre más alta de un castillo mágico,
Que mi habitación está en un segundo piso
Y que nadie la custodia.
Que para meterte en mi cama no tendrás que luchar contra ningún dragón,
Pero tendrás que enfrentarte a este invierno que llevo dentro y a este invento que ahora soy.
Hay porqués que no tienen respuesta 
Y vas a tener que sostenerlo.
Hay historias que nunca te he contado
Y que están escritas en mi piel,
Te invito a leer mis cicatrices,
Y si sales corriendo antes de abrir la primera página,
No estás hecho para mí.
Tengo miedo de enseñarte este invento que ahora soy,
No porque no te guste,
Sino porque no puedes cambiarlo.
Porque si pretendes quedarte vas a tener que re-conocerme
Y hay heridas que no curan con saliva.



martes, 13 de marzo de 2018

Sofía


A mi hermana,


Tiene nombre, aunque podría llamarse mundo,
Cuando la miro me parece eterna,
Está llena de siempres, de amor y de futuro.

Tiene nombre, aunque podría llamarse agua,
Se parece a las olas,
Y yo siempre la echo de menos.

Me gustaría regalarle mi mirada,
Para que se sienta tan guapa como yo la veo.
¿Alguna vez habéis sentido como un corazón ajeno se amolda al vuestro?
Una vez le escribí que ella cambiaría el mundo,
Y lo que yo no sabía, es que pondría al mío patas arriba
Y me condenaría a protegerla siempre.

Tiene nombre, aunque nada la describe
El arte se arrodilla y la belleza le rinde un homenaje
Por dentro es de colores,
Y tiene en la voz un ángel
Que la acompaña a todas partes.
Para que nunca se sienta sola.

Mueve las alas pequeña, 
Pero no te vayas muy lejos
Que si algún día te las cortan
Yo te presto las mías. ­­

miércoles, 7 de marzo de 2018


Queríamos vivir tan de cerca que al final confundimos los espacios,
Tú bebías de mi sangre y yo me alimentaba de tu sed.
Llegó a parecernos suficiente el aire que cabía en esa jaula de cristal.

Con los corazones apretados creamos un mundo nuevo, en el que jamás se hizo la luz.

Quisimos ceñirnos al plan de mirarnos eternamente a los ojos y cubrirnos de cemento para no perder la magia.
Ahora me parece estúpido.

Y veo la jaula, empañada por el sudor de dos cuerpos que quisieron ser uno solo, agrietada por el eco de susurros desnudos. 

Y me veo a mí, tan ciega de miedo y fracasando en el propósito de salvarte la vida.

Y te intuyo a ti, y puedo sentir tu dolor en mis costillas, te recuerdo acorralado y contengo los músculos, todavía.

¿Cómo hicimos, mi amor, para salir de aquel lugar? Cuéntamelo si a ti aun te quedan palabras, porque por más que yo intente escribirlo, no existe un verso escrito ni por escribir, que se asemeje al delirio que los dos construimos.

Y ahora, más yo que nunca, y más que nunca contigo, las comisuras de mis labios recuperan su firmeza y somos de la vida.

Y tú has encontrado la forma de ser de ti y compartirte conmigo y ahora ya no nos debemos nada.



sábado, 3 de marzo de 2018

Nota suicida

Hay suspiros en el aire, 
que se han marchado 
de los pulmones de alguien
como tú te escapaste de los míos. 

Y te advierto, 
algunas veces, 
si no fuera por el ruido, 
podrías oír, 
como suena un corazón roto. 
Otras, 
el silencio. 

Ojalá hubieras sido tú
el que se quedó a oscuras
dentro de mi cuerpo. 
Y no yo, 
la que se acostumbró
a andar por pasillos sin luz.

Me crujen los tobillos, 
y el monstruo de debajo de mi cama, 
ya sabe cuando. 
No puedo huir esta vez,
así que te escribo, 
para que termines la faena. 

Hay suspiros en el aire, 
que se han marchado de los pulmones de alguien,
y tú tienes la culpa. 
Así que voy a dejarte 
pegada en el frigorífico
una nota suicida:

"Recuerda, antes de escaparte otra vez, 
que hay suspiros en el aire,
que son míos y que te sobreviven." 

A.


miércoles, 21 de febrero de 2018

Desde que te marchaste


Plantarme frente a una hoja en blanco me recuerda a cuando te marchaste. Creí tener el corazón roto, pero lo cierto es que ni tan solo lo tenía yo. No sé si fue un despiste de los tuyos o lo hiciste a propósito, probablemente te lo llevaste en aquella caja de cartón con la mitad de mis libros. O quizás fui yo, que justo antes de aquel último grito, te lo lancé por la ventana con todos tus discos. No puedo recordarlo. A veces la mente hace cosas maravillosas y esconde recuerdos en rincones olvidados, como hice yo con tu camiseta favorita.
Desde que te marchaste no quiero dormir, porque me da pánico despertarme y no verte sentado junto a la ventana, fumando de buena mañana. Como hacías siempre.
Que sí, que fui yo quien te lo pidió y seré siempre yo la que decidió quedarse sola en esta casa que huele a cuando nos amábamos a ciegas.
Desde que te marchaste sigues aquí, golpeando las paredes y dando portazos. Y yo no duermo porque tengo miedo de soñarte perfecto, como el primer día.
Que sí, que me acuerdo, que yo decidí que no volvieras nunca. Pero no hacía falta tomarme tan enserio. Podrías haber vuelto suplicando, de rodillas, como un tonto, que te amara como si nunca te hubieras ido.
Pero me planto frente a la hoja en blanco y recuerdo tan solo aquel momento en el que cerraste la puerta y me dejaste en silencio. Ando por los callejones oscuros, de personas random, pidiendo a gritos un trago de veneno, por si se parece al que escupías por la boca la noche en que te marchaste.
Que sí, que yo te pedí que te marcharas. Y tú obedeciste como un perro.
Mientras tanto dime que hago yo con tanto silencio si sigo enamorada de tu anarquía.
Desde que te marchaste solo me quedan hojas en blanco para escribirte, que es la única manera de que no te vayas nunca, desde que te marchaste.  

martes, 20 de febrero de 2018

27 de Octubre


Mis miedos despertaban los tuyos,
O al menos así lo creí.

Bailamos esa noche quizás cien canciones diferentes,
Buscando alguna que nos sirviera de pretexto para cogernos de la mano.
Yo no sabía que aquello era irreversible,
Pero joder, me moría por que no tuviera solución.

Como dos buitres carroñeros andábamos recogiendo las desdichas de los demás, para sentirnos mejor con nosotros mismos.
Enseñamos los dientes al mundo aquella noche y, fingiendo que nunca dolería, no nos dimos cuenta que seriamos los culpables de hacernos daño.

Me acompañaste al portal para alargar la agonía del primer beso.
Y dejamos al destino con las ganas de vernos desnudos
Arrancándonos las ganas y devorándonos la piel.
Ahora los relojes llevan tu nombre
Y la luna,
Se parece extrañamente al lunar de tu mejilla.
Quisiera haberme quedado a vivir en él,
Y que lloviera cada vez que lloras.
Pero decidimos, que aquella noche dejaríamos al destino con las ganas de vernos desnudos.





domingo, 18 de febrero de 2018

MIEDO


Da tanto miedo el miedo
Que se confunde con tristeza,
Oprime cada parte de tu cuerpo
Y te paraliza.

Imagina un ovillo de lana,
Algo así sentía yo en el pecho.
Un dolor intermitente
Y un vacío constante.

Sentía plomo en los parpados
Y arena en las pestañas
Y llegué a imaginar que el ovillo se enredaba
Y recorría cada una de mis venas
Como tejiendo un vestido
De la talla 32.

Tuve que mirarme muy adentro
Tuve que deshacerme de mí
Para construirme de nuevo
Y moldearme a mi manera.

Así que tiré de uno de los hilos
Y fui sacándolo poco a poco de mi cuerpo
Y sentí el frio
De desnudar mis miedos.

Uno a uno,
Les puse nombre
Y los saqué a pasear
Ahora nos miramos a los ojos.

Tardé un tiempo en comprender
Que jamás se marcharían.
Que formaban parte de mi vida,
y que para aprender a quererme
tenía que aprender a quererlos a ellos.

Al final nos entendimos
Y pese a seguir teniendo más inviernos que primaveras
Ahora soy solo mía.  

A. 



viernes, 16 de febrero de 2018

Solo sexo


Me propongo no escribir sobre el amor,

No escribir sobre lo alto que se vuelva con las alas compartidas.
Pero es que me doy la vuelta y veo tus pestañas.
Y, joder, no puedo pensar en otra cosa que en tus dientes mordiéndome los miedos.
He descubierto un universo entre tus sabanas que huele a sexo y poesía
Y he decidido con firmeza que quiero pasar el resto de mi vida en este rincón escuchándote divagar sobre la perversidad del mundo.
Ojalá no te calles nunca, porque me aterroriza el silencio después de ti.
Me ahogan los núncas y los quizás, y tu estas lleno de eso.
Estaré loca por ello, pero soy adicta a la respiración entrecortada.
Dices que no tienes corazón, que esto es solo sexo y yo sonrío conforme mientras imagino un para siempre.
Apelas a mi físico calificándolo de perfecto y yo tengo ganas de ponerme de rodillas y suplicarte que no dejes de mirarme.
Te propongo un reto: vamos a quedarnos a vivir en esta cama, donde incluso a bajo cero parece primavera.